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Editorial 1 - Noviembre de 2022



Una mamá, corrigiendo a su hijo pequeño en el mercado, le trataba de explicar que había algunos asuntos en los cuales él, a su corta edad, podía discernir y llegar a la conclusión de si estaban bien hechos o no. Decía la señora que, en muchos asuntos, bastaba la “razón natural”, aquella que nos ayuda a distinguir entre lo bueno y lo malo, y convencida de esta idea, no paraba de repetirle muy acaloradamente al muchachito que “¡la razón natural enseña!” Muy probablemente la señora de nuestra historia, al reprender a su hijo por coger alguna fruta sin haberla pagado, no tenía idea de que estaba explicando lo que diversos pensadores, varios siglos atrás, habían conceptualizado como la sindéresis: un hábito innato por medio del cual la persona humana conoce y regula su naturaleza humana, y en especial, su razón y su voluntad.


La capacidad de entender o juzgar de forma razonable ha sido llamada también sentido común, evocando con ello que, para vivir esta característica humana no es preciso tener la estatura intelectual del docto o del erudito, ni tampoco los grandes pergaminos que otorgan los estudios universitarios, sino que basta la fidelidad a la propia humanidad. Sin embargo, esta capacidad ha sido olvidada y confinada. A un estudiante universitario, su profesor le decía alguna vez que debía dejar el sentido común a un lado y pensar como intelectual. Hoy el Sentido Común está siendo relegado como si se tratara de un mueble viejo y apolillado. Tanto la henchida, orgullosa y altiva modernidad, como la vacilante, sospechosa y dubitativa posmodernidad lo han mirado siempre con desdén. Decía por ello con mucha agudeza el literato inglés Gilbert Keith Chesterton que la emancipación moderna “ha sido una nueva persecución del Hombre Común”, del hombre que, confía en el Sentido Común y en las luces que puede proporcionar al entendimiento y a la voluntad.


La revista “Sentido Común” surge como fruto del deseo de ayudar a recuperar la confianza en la persona y en sus facultades. Por ello, los escritos que acá encontrarán quieren ser un llamado a la recuperación de la Belleza, de la Bondad y de la Verdad, no desde la mirada de los grandes eruditos, sino desde la espontaneidad de quienes se introducen a los grandes asuntos de la vida humana a través de la sencillez del humilde sentido común, que como dicen algunos, es el menos común de los sentidos.


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